Llamar a nuestro perro.
Llamar a nuestro perro para que acuda a nosotros puede convertirse en el juego del corre que te pillo y no debemos entrar en su juego.
El estímulo que se le presenta es mas fuerte que el que representamos nosotros, y para cambiar esa forma de actuar, tenemos que darle la vuelta al contexto y hacer que acudir a nosotros le resulte agradable, eligiéndonos antes que a cualquier otro estímulo que se le presente.
Nuestra voz;
Los humanos, al llamar a un perro le indicamos todo lo contrario a lo que queremos que haga.
Al llamar a un perro, normalmente lo llamamos por su nombre y “ven”, ven lo pronunciamos en tono muy alto y agudo. Un solo tono corto, o alargado y agudo, para ellos significa disminuir la actividad, lo que es igual a detenerse. Por lo tanto queremos que venga y le estamos comunicando que se detenga. La llamada tiene que ser en tonos cortos y repetidos (ven, ven, ven). Aumentando la actividad y animándolo a acudir a nosotros en tono cariñoso.
Nuestro cuerpo;
Nuestro cuerpo desempeña un papel fundamental a la hora de llamar a nuestro perro y nunca lo tenemos en cuenta.
La forma común de colocar nuestro cuerpo al llamar a nuestros perros también le indica lo contrario a lo que queremos de ellos.
El perro tiende a dirigirse hacia donde apunta nuestra cara y nuestros pies. Esto nos dice que si lo llamamos mirándolo de frente le animamos a que siga en esa dirección, o se detenga sin venir por lo confuso de la situación. Si por el contrario nos giramos y nos inclinamos un poco, le indicamos que vamos a cambiar de dirección ofreciéndole el mensaje corporal de venir. Si lo acompañamos con los tonos cortos y repetidos más palmaditas de forma cariñosa, le enviaremos un mensaje muy claro de lo que queremos y si además somos el estímulo mas fuerte del entorno vendrá.
Todos deberíamos practicar con nuestro perro a llamarlo sin hablar, llamándolo con nuestro cuerpo, lo entiende mejor que nuestras confusas palabras. También debemos crear un buen historial de refuerzos positivos a nuestro comando de llamada.
No tenemos que estar constantemente llamando a nuestro perro o terminará por ignorarnos. Si lo soltamos es para que tenga un poco de libertad y no para estar dándole la lata todo el tiempo.
Lo correcto es no regañar ni castigar, (mejor es enseñar y no exigirle que haga algo que aún no hemos enseñado) pero si alguna vez lo hacemos, nunca debemos pronunciar la palabra que usamos para la llamada junto con la regaña o nuestro enfado por nuestra frustración, nuestra frustración merecería un tema muy largo a tratar.
Si alguna vez se encuentra en peligro y no acude a tu llamada, cuando te mire corre en dirección contraria y verás que pronto te alcanza. También puede funcionar tirarte al suelo y vendrá para ver que te pasa.
Si no nos hace caso y después de hacer lo que quiera un rato, viene, tenemos que premiarlo, siempre que venga debemos mostrarle nuestro cariño.
Regañar y pegar a un perro por que no viene cuando se lo pedimos, es como pegarle a un niño para que no llore. (El niño llorara más y el perro vendrá menos).
Este artículo no puede sustituir la ayuda personalizada de un profesional, ya que cada contexto entre humano y perro es diferente. FJCG
Este artículo también lo pueden leer en el siguiente Blog que les recomiendo con magníficos artículos muy aconsejables: dogsenjoy.es: La "Llamada"